Temas Para Reflexionar por Luis Federico Santana
Luis Federico Santana es Licenciado en Filosofía con una Maestría en Ciencias de la Educación. Es Licenciado en Comunicación y Técnico en Teología. Ademas tiene Diplomados en Recursos Humanos, Teología y Formación Integral Humana y Religiosa, Es una persona con una profunda visión humanista, que le gusta encontrar el sentido de la vida, el porque existe y el para que...
Es de fácil trato, lo que notan las personas cuando se adentran en el conocimiento de su persona. |
LA OCASIÓN.
José Ortega y Gasset acuñó la frase famosa “Yo soy yo y mi circunstancia” Es que el accionar del yo está condicionado por el entorno, la situación o circunstancia en el que se encuentra la persona humana. Circunstancia, situación, contexto, entorno; en este caso, es sinónimo de ocasión. Esto se aplica con mucha propiedad a la vida cristiana.
El pecado no es un accidente que se presenta de forma sorpresiva en nuestras vidas. El pecado es un resultado final de una ocasión, ambiente o circunstancia que se va creando en el diario vivir. La mejor forma de hacerle la guerra al pecado no es enfrentarlo directamente, sino prevenirlo eliminando la ocasión o circunstancias que le sirven de caldo de cultivo. Y, “si tu ojo es ocasión de pecado, sácatelo porque es preferible ir al cielo con un solo ojo, que al infierno con los dos”
¿Por dónde se mueven nuestros ojos, oídos y los demás sentidos? ¿Tratan de mirar lo apropiado y correcto o de escuchar lo que no deben? Si no es así, recuerda que es preferible sacar tus ojos si estos te llevan al error. Eso es prevención. A nadie que vaya a una iglesia le surge el deseo de escuchar una bachata o comenzar a tomar ron. Pero tampoco a nadie que vaya a una discoteca se le ocurre rezar el rosario o leer la Biblia. Ahí queda claro el papel importantísimo que juega la ocasión o circunstancia para que se produzca el pecado. Por eso, como cristianos tenemos que crear las condiciones que te lleven a Dios y no que te aparten de él
José Ortega y Gasset acuñó la frase famosa “Yo soy yo y mi circunstancia” Es que el accionar del yo está condicionado por el entorno, la situación o circunstancia en el que se encuentra la persona humana. Circunstancia, situación, contexto, entorno; en este caso, es sinónimo de ocasión. Esto se aplica con mucha propiedad a la vida cristiana.
El pecado no es un accidente que se presenta de forma sorpresiva en nuestras vidas. El pecado es un resultado final de una ocasión, ambiente o circunstancia que se va creando en el diario vivir. La mejor forma de hacerle la guerra al pecado no es enfrentarlo directamente, sino prevenirlo eliminando la ocasión o circunstancias que le sirven de caldo de cultivo. Y, “si tu ojo es ocasión de pecado, sácatelo porque es preferible ir al cielo con un solo ojo, que al infierno con los dos”
¿Por dónde se mueven nuestros ojos, oídos y los demás sentidos? ¿Tratan de mirar lo apropiado y correcto o de escuchar lo que no deben? Si no es así, recuerda que es preferible sacar tus ojos si estos te llevan al error. Eso es prevención. A nadie que vaya a una iglesia le surge el deseo de escuchar una bachata o comenzar a tomar ron. Pero tampoco a nadie que vaya a una discoteca se le ocurre rezar el rosario o leer la Biblia. Ahí queda claro el papel importantísimo que juega la ocasión o circunstancia para que se produzca el pecado. Por eso, como cristianos tenemos que crear las condiciones que te lleven a Dios y no que te aparten de él
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LA GUERRA DE JESUS
Hemos dicho que Jesús fue igual en todo a nosotros, menos en el pecado. Y en eso que tenía de igual a nosotros está el temperamento, que es una dotación natural de las personas.
El temperamento es el modo natural de ser. A partir de ahí se va forjando el carácter y la personalidad, que supone la forma exclusiva y distintiva de ser de cada persona.
Cada persona cincela su propio ser, su propio temperamento; dificultado o ayudado por el ambiente o entorno natural y social.
Pese a ser el Hijo de Dios, Jesús tenía sus rasgos característicos. Todo indica que tenía reacciones fuertes, sobre todo contra aquellos que eran hipócritas.
San Mateo, en su capítulo 10, nos presenta a un Jesús incendiario, que advierte con energía que no vino a traer la paz, sino la guerra.
Jesús utiliza un lenguaje estridente y altisonante frente a sus discípulos. Quiere sacudirlos porque, a lo mejor, estaban malinterpretando el perfil humano que necesita tener un cristiano.
El Hijo de Dios está consciente que su mensaje será conflictivo, que no caerá bien a muchas personas. De todos modos él no va a flexibilizar para acomodar el Evangelio a las circunstancias de sus escuchas.
La opción por el Evangelio va a enfrentar a hijos contra padres, a los nueros contra los suegros. Las consecuencias de la Buena Nueva no son la mansedumbre y la pasividad.
Jesús es radical y tajante en sus posiciones y no quiere que haya confusión en lo que establece.
“No he venido a traer paz, sino guerra” dice el Maestro de Galilea, poniendo en claro que con él no hay medias tintas ni titubeos. O se está con él o en su contra. Frío o caliente, porque lo tibio lo vomita de su boca.
¿Estoy preparado para pelear la guerra de Jesús en favor del Evangelio?
Hemos dicho que Jesús fue igual en todo a nosotros, menos en el pecado. Y en eso que tenía de igual a nosotros está el temperamento, que es una dotación natural de las personas.
El temperamento es el modo natural de ser. A partir de ahí se va forjando el carácter y la personalidad, que supone la forma exclusiva y distintiva de ser de cada persona.
Cada persona cincela su propio ser, su propio temperamento; dificultado o ayudado por el ambiente o entorno natural y social.
Pese a ser el Hijo de Dios, Jesús tenía sus rasgos característicos. Todo indica que tenía reacciones fuertes, sobre todo contra aquellos que eran hipócritas.
San Mateo, en su capítulo 10, nos presenta a un Jesús incendiario, que advierte con energía que no vino a traer la paz, sino la guerra.
Jesús utiliza un lenguaje estridente y altisonante frente a sus discípulos. Quiere sacudirlos porque, a lo mejor, estaban malinterpretando el perfil humano que necesita tener un cristiano.
El Hijo de Dios está consciente que su mensaje será conflictivo, que no caerá bien a muchas personas. De todos modos él no va a flexibilizar para acomodar el Evangelio a las circunstancias de sus escuchas.
La opción por el Evangelio va a enfrentar a hijos contra padres, a los nueros contra los suegros. Las consecuencias de la Buena Nueva no son la mansedumbre y la pasividad.
Jesús es radical y tajante en sus posiciones y no quiere que haya confusión en lo que establece.
“No he venido a traer paz, sino guerra” dice el Maestro de Galilea, poniendo en claro que con él no hay medias tintas ni titubeos. O se está con él o en su contra. Frío o caliente, porque lo tibio lo vomita de su boca.
¿Estoy preparado para pelear la guerra de Jesús en favor del Evangelio?
DIOS PELEA NUESTRAS BATALLAS
Jesús tiene poder hasta para enfrentar a los demonios. Humana y espiritualmente podemos fiarnos de él. Además, tenemos la confianza de que el Maestro de Galilea sabe hacer un uso correcto de ese poder.
Dios hecho hombre, en la persona de Jesús, nunca hizo alarde de su poder. En ningún momento aprovechó esa circunstancia para exhibirse y conquistar fama y prestigio.
En el desierto, el Diablo intentó seducirlo para que Jesús diera muestras de su poder. El capítulo 4 de San Mateo, en los versículos del 1 al 13, nos relata este conflicto.
Si eres Hijo de Dios…, convierte en pan estas piedras. Te daré Poder sobre los pueblos y sus riquezas. Tírate hacia abajo, los ángeles te protegerán.
Ante esos desafíos continuos que encontramos en el mundo, muchos cristianos nos rajamos. Esas tentaciones hoy son más sutiles y refinadas, pero siguen siendo las mismas.
La ambición de Poder, dinero, Riqueza, Influencia, Prestigio, Fama; han dislocado a las presentes generaciones. Muchos que realmente tienen significativas cuotas de poder, han dislocado sus vidas y se han convertido en marionetas de los demás.
Jesús permaneció fiel a Dios y no se dejó tentar por Satanás. Conservó el verdadero Poder que viene de lo alto, y lo ejerce con amor y misericordia. Hoy necesitamos que nos encomendemos a ese Poder Divino.
Son muchas las adversidades frente a las cuales nos enfrentamos a diario. Es comprensible que nos agobie la idea de luchar a solas frente a todas esas dificultades y eso es terrible. La soledad sólo es buena cuando uno la decide y la aprovecha en la reflexión y el crecimiento personal.
Saber que contamos con el auxilio del Señor, todopoderoso, resulta un gran consuelo. Una verdad indiscutible es que Dios siempre está de nuestra parte y está dispuesto a pelear nuestras batallas. Vamos a confiar en ese Poder, puesto al servicio de los sencillos y humildes.
¿Me fío yo del Gran Poder de Dios? ¿Acudo con frecuencia a los pies del Maestro en los momentos buenos y en los malos?
Jesús tiene poder hasta para enfrentar a los demonios. Humana y espiritualmente podemos fiarnos de él. Además, tenemos la confianza de que el Maestro de Galilea sabe hacer un uso correcto de ese poder.
Dios hecho hombre, en la persona de Jesús, nunca hizo alarde de su poder. En ningún momento aprovechó esa circunstancia para exhibirse y conquistar fama y prestigio.
En el desierto, el Diablo intentó seducirlo para que Jesús diera muestras de su poder. El capítulo 4 de San Mateo, en los versículos del 1 al 13, nos relata este conflicto.
Si eres Hijo de Dios…, convierte en pan estas piedras. Te daré Poder sobre los pueblos y sus riquezas. Tírate hacia abajo, los ángeles te protegerán.
Ante esos desafíos continuos que encontramos en el mundo, muchos cristianos nos rajamos. Esas tentaciones hoy son más sutiles y refinadas, pero siguen siendo las mismas.
La ambición de Poder, dinero, Riqueza, Influencia, Prestigio, Fama; han dislocado a las presentes generaciones. Muchos que realmente tienen significativas cuotas de poder, han dislocado sus vidas y se han convertido en marionetas de los demás.
Jesús permaneció fiel a Dios y no se dejó tentar por Satanás. Conservó el verdadero Poder que viene de lo alto, y lo ejerce con amor y misericordia. Hoy necesitamos que nos encomendemos a ese Poder Divino.
Son muchas las adversidades frente a las cuales nos enfrentamos a diario. Es comprensible que nos agobie la idea de luchar a solas frente a todas esas dificultades y eso es terrible. La soledad sólo es buena cuando uno la decide y la aprovecha en la reflexión y el crecimiento personal.
Saber que contamos con el auxilio del Señor, todopoderoso, resulta un gran consuelo. Una verdad indiscutible es que Dios siempre está de nuestra parte y está dispuesto a pelear nuestras batallas. Vamos a confiar en ese Poder, puesto al servicio de los sencillos y humildes.
¿Me fío yo del Gran Poder de Dios? ¿Acudo con frecuencia a los pies del Maestro en los momentos buenos y en los malos?
ALBA Y OCASO DE UN AÑO QUE NOS LLEGA, Y OTRO QUE SE VA.
Cualquier momento es oportuno para reflexionar, evaluar y planificar con miras al futuro, tanto en lo personal, institucional como en lo social. El diario vivir tiene que ser pensado, revisado, rectificado y proyectado con sentido de esperanza al mañana, para no caer en la rutina y el aburrimiento. Esta práctica de pensar el SER y el QUE – HACER, permite a las personas actualizar y enriquecer la vida. Valorar los significados de las relaciones interpersonales, el servicio a los demás y la apertura a lo trascendente. Estamos en el ocaso de un año 2015 que termina y ya las luces del alba de un 2016 nos iluminan. La ocasión es perfecta para detenerse y reflexionar. Evaluar primero lo que ha sido el año que termina. ¿Qué estuvo bien? Y saludarlo. ¿Qué puede mejorarse? Y hacer las rectificaciones de lugar. ¿Cuáles son los planes y proyectos para el 2016? El azar no puede ser el criterio para vivir cada día, cada hora, cada minuto y segundo del año que se avecina. Es importante tener presente que el punto de gravitación o atracción de la historia social y personal es el futuro. Y futuro es sinónimo de esperanza. Lo correcto, entonces, es vivir de manera prospectiva: “No olvidar el pasado, pero vivir en el presente. Eso sí, vivir el presente de cara al futuro” Sólo así es posible felicitar y desear un nuevo año a los demás. ¡Feliz Navidad y un año 2016 de grandes realizaciones!
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Cualquier momento es oportuno para reflexionar, evaluar y planificar con miras al futuro, tanto en lo personal, institucional como en lo social. El diario vivir tiene que ser pensado, revisado, rectificado y proyectado con sentido de esperanza al mañana, para no caer en la rutina y el aburrimiento. Esta práctica de pensar el SER y el QUE – HACER, permite a las personas actualizar y enriquecer la vida. Valorar los significados de las relaciones interpersonales, el servicio a los demás y la apertura a lo trascendente. Estamos en el ocaso de un año 2015 que termina y ya las luces del alba de un 2016 nos iluminan. La ocasión es perfecta para detenerse y reflexionar. Evaluar primero lo que ha sido el año que termina. ¿Qué estuvo bien? Y saludarlo. ¿Qué puede mejorarse? Y hacer las rectificaciones de lugar. ¿Cuáles son los planes y proyectos para el 2016? El azar no puede ser el criterio para vivir cada día, cada hora, cada minuto y segundo del año que se avecina. Es importante tener presente que el punto de gravitación o atracción de la historia social y personal es el futuro. Y futuro es sinónimo de esperanza. Lo correcto, entonces, es vivir de manera prospectiva: “No olvidar el pasado, pero vivir en el presente. Eso sí, vivir el presente de cara al futuro” Sólo así es posible felicitar y desear un nuevo año a los demás. ¡Feliz Navidad y un año 2016 de grandes realizaciones!
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PROTOCOLO PARA EVANGELIZACIÓN
27 de Diciembre, 2015
El proceso de evangelización en el mundo no es una acción al azar, realizado sin ningún tipo de criterio. En ese sentido es un error querer dejarle la tarea sólo al Espíritu Santo, mientras yo me cruzo de brazos a esperar el Maná caído del cielo.
El Anuncio de la Buena Noticia exige un entrenamiento arduo y exigente, que conlleva una gran apertura y disposición por parte del Evangelizador.
No todo mundo, por el hecho de desearlo, está en condiciones de implementar una evangelización efectiva y eficaz.
El mismo Jesús en el Evangelio define un Protocolo de Evangelización, que es bueno revisar, actualizar y poner en funcionamiento al momento que nos toque llevar la Buena Noticia a los demás.
Este Protocolo de Evangelización queda definido en un ameno y fructífero diálogo y posterior envío que el Maestro de Galilea establece con sus discípulos.
Este protocolo abarca un conjunto de pasos que los discípulos aplicaron obedientemente, y por eso el cristianismo está alcanzando los confines de la tierra:
- Resuciten muertos.
- Echen fuera demonios.
- No den tanta importancia al equipaje.
- Que su saludo sea: “Haya paz en esta casa”
- Si no los reciben, sacudan el polvo de los pies y,
- Y, lo más importante de todo: “Den gratis, lo que recibieron gratis”
No hay dudas. Como cristianos estamos llamados a Evangelizar. Pero esta evangelización no debe hacerse de acuerdo a nuestros caprichos y comodidades, sino según el Protocolo de Evangelización.
Estamos llamados a Evangelizar a tiempo, a destiempo y hasta con contratiempo, como canta Luis Ramón Polanco en su ministerio de música.
Por favor, si queremos ser cristianos auténtico, volvamos a revisar este protocolo. Seamos humilde y no creamos que, por el hecho de tener mucho tiempo en esta tarea, ya lo sabemos todos.
El error del que se cree que lo sabe todo es que se cierra realmente al saber y esto le impide crecer en lo profesional, en lo humano y en lo cristiano.
Es bueno que hagamos caso al joven de Galilea, a sabiendas de que él es MAESTRO de maestros y Amigo que nunca falla.
¿Tengo yo en cuenta el protocolo de Jesús al momento de ir a Evangelizar?
27 de Diciembre, 2015
El proceso de evangelización en el mundo no es una acción al azar, realizado sin ningún tipo de criterio. En ese sentido es un error querer dejarle la tarea sólo al Espíritu Santo, mientras yo me cruzo de brazos a esperar el Maná caído del cielo.
El Anuncio de la Buena Noticia exige un entrenamiento arduo y exigente, que conlleva una gran apertura y disposición por parte del Evangelizador.
No todo mundo, por el hecho de desearlo, está en condiciones de implementar una evangelización efectiva y eficaz.
El mismo Jesús en el Evangelio define un Protocolo de Evangelización, que es bueno revisar, actualizar y poner en funcionamiento al momento que nos toque llevar la Buena Noticia a los demás.
Este Protocolo de Evangelización queda definido en un ameno y fructífero diálogo y posterior envío que el Maestro de Galilea establece con sus discípulos.
Este protocolo abarca un conjunto de pasos que los discípulos aplicaron obedientemente, y por eso el cristianismo está alcanzando los confines de la tierra:
- Resuciten muertos.
- Echen fuera demonios.
- No den tanta importancia al equipaje.
- Que su saludo sea: “Haya paz en esta casa”
- Si no los reciben, sacudan el polvo de los pies y,
- Y, lo más importante de todo: “Den gratis, lo que recibieron gratis”
No hay dudas. Como cristianos estamos llamados a Evangelizar. Pero esta evangelización no debe hacerse de acuerdo a nuestros caprichos y comodidades, sino según el Protocolo de Evangelización.
Estamos llamados a Evangelizar a tiempo, a destiempo y hasta con contratiempo, como canta Luis Ramón Polanco en su ministerio de música.
Por favor, si queremos ser cristianos auténtico, volvamos a revisar este protocolo. Seamos humilde y no creamos que, por el hecho de tener mucho tiempo en esta tarea, ya lo sabemos todos.
El error del que se cree que lo sabe todo es que se cierra realmente al saber y esto le impide crecer en lo profesional, en lo humano y en lo cristiano.
Es bueno que hagamos caso al joven de Galilea, a sabiendas de que él es MAESTRO de maestros y Amigo que nunca falla.
¿Tengo yo en cuenta el protocolo de Jesús al momento de ir a Evangelizar?
VIDA INTERIOR
22 de Diciembre 2015
La vida interior y la vida exterior representan dos polos totalmente opuestos. Quizás lo correcto suponga la búsqueda del equilibrio entre estas dos posiciones encontradas.
Estos polos vividos de forma exclusiva y ajenos uno del otro, podrían llevar a extremismos que resulten difíciles de conciliar, al tiempo que nos llevará a estar a favor de un grupo y en contra del otro.
Lo exterior refiere la realidad física de nuestras vidas, la cual nos obliga a contar con el otro, querrámoslo o no.
El cristiano no puede escapar a esta realidad creada por Dios. No obstante, es propio del cristiano orientar su vida al interior, sin olvidar la realidad exterior.
El corazón, a la interioridad, lo espiritual constituyen el punto de partida del cristiano. Desde ahí se alimenta el espíritu para asumir la exterioridad como algo que nos sitúa en el espacio y el tiempo donde Jesús se hizo hombre.
Al momento de orar, de ayudar y dar limosna; Dios no se fija en lo exterior o en lo material, Dios toma en cuenta el interior, el corazón, lo que está dentro.
- Si das limosna, que no se entere nadie. Si lo que haces es para exhibirte, tu limosna sirve sólo como pago de tu propia publicidad.
- La oración tiene que ser en secreto, en tu habitación, en el silencio. Debes orar allí donde nadie se entere, pero Dios sí que estará contigo.
- Del ayuno, ni se diga. Hay que moverse en el plano de la discreción, del interior.
La propuesta de Jesús resulta muy cuesta arriba para nosotros los dominicanos, que nos gusta siempre llamar la atención y volcar la totalidad de la persona hacia el exhibicionismo y las apariencias.
No descuidemos nuestra interioridad porque la vida espiritual es combustible que sirve para vivir desde Dios el Aquí y el ahora de nuestra historia personal.
¿Estoy yo dispuesto a recogerme y prestar atención a mi vida interior? ¿Qué tanto me dejo distraer del bullicio que nos rodea? ¿Vivo yo mi exterioridad movido desde el interior?
22 de Diciembre 2015
La vida interior y la vida exterior representan dos polos totalmente opuestos. Quizás lo correcto suponga la búsqueda del equilibrio entre estas dos posiciones encontradas.
Estos polos vividos de forma exclusiva y ajenos uno del otro, podrían llevar a extremismos que resulten difíciles de conciliar, al tiempo que nos llevará a estar a favor de un grupo y en contra del otro.
Lo exterior refiere la realidad física de nuestras vidas, la cual nos obliga a contar con el otro, querrámoslo o no.
El cristiano no puede escapar a esta realidad creada por Dios. No obstante, es propio del cristiano orientar su vida al interior, sin olvidar la realidad exterior.
El corazón, a la interioridad, lo espiritual constituyen el punto de partida del cristiano. Desde ahí se alimenta el espíritu para asumir la exterioridad como algo que nos sitúa en el espacio y el tiempo donde Jesús se hizo hombre.
Al momento de orar, de ayudar y dar limosna; Dios no se fija en lo exterior o en lo material, Dios toma en cuenta el interior, el corazón, lo que está dentro.
- Si das limosna, que no se entere nadie. Si lo que haces es para exhibirte, tu limosna sirve sólo como pago de tu propia publicidad.
- La oración tiene que ser en secreto, en tu habitación, en el silencio. Debes orar allí donde nadie se entere, pero Dios sí que estará contigo.
- Del ayuno, ni se diga. Hay que moverse en el plano de la discreción, del interior.
La propuesta de Jesús resulta muy cuesta arriba para nosotros los dominicanos, que nos gusta siempre llamar la atención y volcar la totalidad de la persona hacia el exhibicionismo y las apariencias.
No descuidemos nuestra interioridad porque la vida espiritual es combustible que sirve para vivir desde Dios el Aquí y el ahora de nuestra historia personal.
¿Estoy yo dispuesto a recogerme y prestar atención a mi vida interior? ¿Qué tanto me dejo distraer del bullicio que nos rodea? ¿Vivo yo mi exterioridad movido desde el interior?
PEDAGOGÍA DIVINA.
16 de Diciembre del 2015. LVMEN
Dios entendió que ser Padre, Creador y Señor del universo, no le permitía tener la suficiente proximidad con los seres humanos. Esa es la razón por la que decide incursionar en la historia.
La pedagogía divina comienza con la selección de un pueblo, con el cual hace una historia. Israel fue el pueblo escogido para tejer con él una historia particular.
Pero esa relación tampoco resultó suficiente porque lo trascendente y lo histórico tienen una distancia abismal.
La encarnación constituye el segundo paso de acercamiento de Dios al hombre. El Padre Celestial decide nacer en la persona de Jesús.
María fue el instrumento escogido para tender ese puente entre la tierra y el cielo. Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Dios se hizo asequible a nuestra condición humana.
El Espíritu Santo es el culmen de la Pedagogía Divina, porque ya Dios no sólo se hace uno igual a nosotros, sino que está dentro de nosotros mismos.
Desde siempre Dios ha sido Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero cada uno de ellos tuvo su momento de manifestación en el mundo. Porque Dios es uno y trino, a la vez.
Jesús debe irse una vez cumplida su misión. ¿Quién nos queda? El Espíritu Santo, presencia definitiva y permanente.
Jesús promete pedir a Dios que envíe sobre la humanidad el Espíritu Santo, que es Espíritu Consolador, para que se quede para siempre con nosotros.
Aquí cobra vida la frase que sostiene: “Si pones a Dios en todo lo que haces, lo encontrarás en todo lo que acontece” porque su presencia es permanente.
¿Pongo yo a Dios en todo lo que hago? ¿Deseo con pasión encontrar a Dios en todo lo que me acontece?
16 de Diciembre del 2015. LVMEN
Dios entendió que ser Padre, Creador y Señor del universo, no le permitía tener la suficiente proximidad con los seres humanos. Esa es la razón por la que decide incursionar en la historia.
La pedagogía divina comienza con la selección de un pueblo, con el cual hace una historia. Israel fue el pueblo escogido para tejer con él una historia particular.
Pero esa relación tampoco resultó suficiente porque lo trascendente y lo histórico tienen una distancia abismal.
La encarnación constituye el segundo paso de acercamiento de Dios al hombre. El Padre Celestial decide nacer en la persona de Jesús.
María fue el instrumento escogido para tender ese puente entre la tierra y el cielo. Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Dios se hizo asequible a nuestra condición humana.
El Espíritu Santo es el culmen de la Pedagogía Divina, porque ya Dios no sólo se hace uno igual a nosotros, sino que está dentro de nosotros mismos.
Desde siempre Dios ha sido Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero cada uno de ellos tuvo su momento de manifestación en el mundo. Porque Dios es uno y trino, a la vez.
Jesús debe irse una vez cumplida su misión. ¿Quién nos queda? El Espíritu Santo, presencia definitiva y permanente.
Jesús promete pedir a Dios que envíe sobre la humanidad el Espíritu Santo, que es Espíritu Consolador, para que se quede para siempre con nosotros.
Aquí cobra vida la frase que sostiene: “Si pones a Dios en todo lo que haces, lo encontrarás en todo lo que acontece” porque su presencia es permanente.
¿Pongo yo a Dios en todo lo que hago? ¿Deseo con pasión encontrar a Dios en todo lo que me acontece?
ESE PEDRO.
15 de Diciembre del 2015
Con sus virtudes y defectos Pedro fue escogido entre los discípulos para ser cabeza de la Iglesia. Ese Pedro con su ignorancia, ese Pedro con su sencillez, ese Pedro con sus limitaciones.
Dios no se fija en las apariencias, sino en el corazón. Por eso supo ver en Pedro no sólo lo que estaba a la vista de todos, sino aquello que habitaba en su corazón, en su alma.
A la vista de todos, Pedro era un hombre hosco, áspero, reactivo, temperamental y, eso ocultaba su interioridad, su riqueza personal, su sencillez, humildad y capacidad para reconocer los errores y debilidades.
Dios valora mucho en las personas la humildad, la disponibilidad para dejarse moldear como el barro en manos del alfarero. Quien se cree bueno, quien se cree perfecto; no necesita cambiar y, por ende, no tiene que mejorar.
Ejemplo del valor que Dios da a la humildad, es el trato que le otorgó a David, tras haber pecado.
No se fijó Dios en el pecado cometido por este Rey, sino en su arrepentimiento, en su conversión y disposición para el cambio de vida.
Algo igual hace Jesús con Pedro, a quien se escogió para que lo representara, siendo el capitán de este gran barco que es la Iglesia.-
Lo que Dios no tolera es la prepotencia y la arrogancia, por eso no negoció con los fariseos, doctores y maestros de la ley.
Cabe preguntarse, como cristianos, ¿Soy yo humilde hasta el punto de dejarme moldear por Dios como barro en manos del alfarero? O la prepotencia y el orgullo me hacen pensar que no necesito cambiar.
15 de Diciembre del 2015
Con sus virtudes y defectos Pedro fue escogido entre los discípulos para ser cabeza de la Iglesia. Ese Pedro con su ignorancia, ese Pedro con su sencillez, ese Pedro con sus limitaciones.
Dios no se fija en las apariencias, sino en el corazón. Por eso supo ver en Pedro no sólo lo que estaba a la vista de todos, sino aquello que habitaba en su corazón, en su alma.
A la vista de todos, Pedro era un hombre hosco, áspero, reactivo, temperamental y, eso ocultaba su interioridad, su riqueza personal, su sencillez, humildad y capacidad para reconocer los errores y debilidades.
Dios valora mucho en las personas la humildad, la disponibilidad para dejarse moldear como el barro en manos del alfarero. Quien se cree bueno, quien se cree perfecto; no necesita cambiar y, por ende, no tiene que mejorar.
Ejemplo del valor que Dios da a la humildad, es el trato que le otorgó a David, tras haber pecado.
No se fijó Dios en el pecado cometido por este Rey, sino en su arrepentimiento, en su conversión y disposición para el cambio de vida.
Algo igual hace Jesús con Pedro, a quien se escogió para que lo representara, siendo el capitán de este gran barco que es la Iglesia.-
Lo que Dios no tolera es la prepotencia y la arrogancia, por eso no negoció con los fariseos, doctores y maestros de la ley.
Cabe preguntarse, como cristianos, ¿Soy yo humilde hasta el punto de dejarme moldear por Dios como barro en manos del alfarero? O la prepotencia y el orgullo me hacen pensar que no necesito cambiar.
LA RADICALIDAD DE JESÚS
14 de Diciembre del 2015
Pese a su sencillez y humildad, Jesús era radical en sus posiciones e inquebrantable con sus principios. El Maestro de Galilea no negociaba jamás con los hipócritas, los corruptos y los falsos.
Hay momentos en que Jesús asume conductas inusuales, como cuando enfrenta a los mercaderes o comerciantes en el templo. El celo por el Evangelio lo llevó, en algunos momentos, a utilizar un discurso ardiente, una especie de espada de doble filo, como dirá más tarde San Pablo.
En el Evangelio Según San Mateo, capítulo 7, versículos 6 y 12 al 14, Jesús explota, como diríamos en buen dominicano y se dispara con la siguiente frase: “No den a los perros las cosas santas… No echen las perlas a los cerdos”
Se nota aquí un tono altisonante en las palabras del Maestro de Galilea. Esa estridencia en el lenguaje sencillamente representa el celo de Jesús por el Evangelio.
El joven de Galilea se refiere en estas duras palabras a la nobleza y excelsitud de la Palabra de Dios, en comparación con lo vil y despreciable de algunos hombres, que se creen merecedores de este tesoro invaluable.
Y es que ciertamente hay personas viles, en donde no existen las condiciones mínimas para ponerse a la altura de La Palabra de Dios. La Buena Nueva será siempre un sombrero que le quede demasiado grande.
En este pasaje bíblico Jesús también ofrece una regla de oro para las buenas Relaciones Humanas: “Traten a los demás como ustedes quieren que les traten” y, agrega: “Ahí se resume la ley y los profetas” No hay que hablar mucho, a juicio de Jesús.
Es importante, como cristianos, que concibamos el amor como iniciativa, no como actitud pasiva y parasitaria, que depende de los demás.
Si realmente queremos ser buenos cristianos, no hay que esperar a que el otro me demuestre amor para entonces yo amarlo. Esa es una excusa barata.
Como preguntas pedagógicas resulta importante que, a mis adentros, me haga las siguientes preguntas: ¿Siento yo sinceramente que estoy a la altura del Evangelio?
¿Estoy dispuesto a dar a los demás el trato que deseo me den los otros? ¿Es el amor para mi espera de lo que decida el otro o iniciativa que me toca a mí asumir?
14 de Diciembre del 2015
Pese a su sencillez y humildad, Jesús era radical en sus posiciones e inquebrantable con sus principios. El Maestro de Galilea no negociaba jamás con los hipócritas, los corruptos y los falsos.
Hay momentos en que Jesús asume conductas inusuales, como cuando enfrenta a los mercaderes o comerciantes en el templo. El celo por el Evangelio lo llevó, en algunos momentos, a utilizar un discurso ardiente, una especie de espada de doble filo, como dirá más tarde San Pablo.
En el Evangelio Según San Mateo, capítulo 7, versículos 6 y 12 al 14, Jesús explota, como diríamos en buen dominicano y se dispara con la siguiente frase: “No den a los perros las cosas santas… No echen las perlas a los cerdos”
Se nota aquí un tono altisonante en las palabras del Maestro de Galilea. Esa estridencia en el lenguaje sencillamente representa el celo de Jesús por el Evangelio.
El joven de Galilea se refiere en estas duras palabras a la nobleza y excelsitud de la Palabra de Dios, en comparación con lo vil y despreciable de algunos hombres, que se creen merecedores de este tesoro invaluable.
Y es que ciertamente hay personas viles, en donde no existen las condiciones mínimas para ponerse a la altura de La Palabra de Dios. La Buena Nueva será siempre un sombrero que le quede demasiado grande.
En este pasaje bíblico Jesús también ofrece una regla de oro para las buenas Relaciones Humanas: “Traten a los demás como ustedes quieren que les traten” y, agrega: “Ahí se resume la ley y los profetas” No hay que hablar mucho, a juicio de Jesús.
Es importante, como cristianos, que concibamos el amor como iniciativa, no como actitud pasiva y parasitaria, que depende de los demás.
Si realmente queremos ser buenos cristianos, no hay que esperar a que el otro me demuestre amor para entonces yo amarlo. Esa es una excusa barata.
Como preguntas pedagógicas resulta importante que, a mis adentros, me haga las siguientes preguntas: ¿Siento yo sinceramente que estoy a la altura del Evangelio?
¿Estoy dispuesto a dar a los demás el trato que deseo me den los otros? ¿Es el amor para mi espera de lo que decida el otro o iniciativa que me toca a mí asumir?